La noche era perfecta,
fresca e iluminada por la Luna. Aún así Kyungsoo no podía conciliar el sueño.
Suspiró sintiendo la conocida opresión en su pecho, que le recordaba lo
solitario que estaba. Baekhyun estaba demasiado ocupado con Daehyun, y aunque
lo intentara, su amistad simplemente se rompía al no haber equilibrio.
Kyungsoo lo entendía,
les había costado tantos prejuicios estar juntos, todo porque Daehyun era mayor
y tenía tatuajes en el cuerpo. Baekhyun lo había conocido por casualidad, un
día en el que los dos compartieron taxi ya que se dirigían al mismo lugar, la
atracción fue inmediata. A penas salieron del taxi sus labios se juntaron, sin
saber el nombre del otro.
Después de encontrarse
en otras ocasiones e intercambiar números acordaron la primera cita, y desde
ese día Baekhyun le admitió a Kyungsoo que estaba enamorado del chico de los
tatuajes. Baekhyun sabía que sus padres nunca permitirían que saliera con
Daehyun, porque mirarían sus tatuajes antes que su personalidad tan misteriosa,
hechizante y sensual. A medida que Kyungsoo se volvía una excusa la amistad se
tornó segundo plano para Baekhyun, porque era su primer amor y su primera
relación, quería dar lo mejor se sí.
Eso provocó que, sin
querer, Baekhyun abandonara lentamente a Kyungsoo.
JongDae poco a poco se
hacía lugar en el corazón de Kyungsoo, pero dudaba si es que le podía confiar
sus inseguridades, sus problemas, ya que lo que inquietaba a Kyungsoo no eran
problemas amorosos, no los tenía. Lo que perturbaba su mente era la relación de
sus padres, la pérdida de su hermano menor, la soledad que sentía al llegar a
su casa, sus pensamientos que lo lastimaban con mentiras. No se sentía seguro
de poder confiarle esas cosas al divertido JongDae, cuya personalidad era tan
diferente a muchas. Kyungsoo aún no podía revelarle sus secretos a JongDae, ya
que nunca acababa de conocerlo.
Su protegido Yixing
tenía sus propios problemas ya que sufría de hemofilia y hace unos días tuvo en
accidente que puso su cuerpo en una delicada situación. Kyungsoo fue a su casa
a visitarlo más de una vez, y cada vez que iba había alguien junto a Yixing, el
chino nunca estaba solo. Kyungsoo a pesar de mantener una sonrisa pensó que no
era muy necesario para Yixing, porque el chino tenía más amigos a quienes cuidar.
Extendió la mano y
revisó su celular por inercia, sabiendo que no tenía ningún mensaje sin leer.
Nadie le hablaba si Kyungsoo no comenzaba la conversación, y si lo hacían era
para pedirle un material prestado. Kyungsoo hizo el experimento y, efectivamente,
en tres días nadie se preocupó genuinamente por él, ni siquiera su padre quién
dejó de llamarlo hace un tiempo.
Cuando esa soledad se
apoderaba de él, Kyungsoo aprovechaba de hacer cosas productivas, como leer un
buen libro, adelantar deberes, buscar recetas de cocina, escuchar música y
cantar. Le gustaba mucho cantar, sus favoritas eran las canciones en inglés,
que hacían que su pronunciación mejorara cada día. Pero nadie se daba cuenta de
aquello. Parecía una regla ignorar a Kyungsoo.
Pero para toda regla
hay excepción.
En la pantalla de su
celular aparecía un mensaje sin leer. A esas horas de la noche sólo había una
persona que podía mandarle un mensaje por cualquier motivo, y el mensaje era
más bien una foto de un peluche de un minion que a Kyungsoo le pareció muy
adorable. Debajo de la foto, en el mismo mensaje decía:
“Lo vi y pensé en ti,
así que lo compré. Mañana será tuyo, pero debes cuidarlo bien o me pondré
triste. Buenas noches hyung.”
Kyungsoo no era
creyente, pero le agradecía infinitamente a Dios por haber puesto a JongIn en
su camino. Aquel moreno lo hacía sonreír con solo estar alrededor.
Aunque Kyungsoo no lo
viera, a veces podía escuchar su voz diciendo tonterías, percibir su esencia,
sentir sus brazos alrededor de él y sus ojos mirándolo fijamente a la vez que
una sonrisa traviesa aparecía en sus labios.
El que alguna vez fue
un chico que no podía ni mirarlo a la cara sin avergonzarse y escapar era la
persona que lo mantenía estable. Porque en los momentos de soledad pensaba que
sería mejor acabar con su vida, pero la imagen de JongIn llamándolo “¡Hyung!,
¡Hyung!” aparecía y ese pensamiento desaparecía. No podía dejar a ese chico,
sería demasiado doloroso.
Aún así, Kyungsoo
sabía que no faltaba mucho tiempo para que JongIn encontrara a alguien de quién
enamorarse, y obviamente sería correspondido porque había que ser un imbécil
para rechazar a Kim JongIn.
Y cuando eso
sucediera, Kyungsoo finalmente estaría solo. Tan solo, que podía desaparecer y
nadie lo notaría, nadie lo extrañaría, nadie pensaría en él, nadie lloraría por
su ausencia.
Eso le hizo derramar
una lágrima que secó rápidamente.
Se había hecho
habitual para él dormir un promedio de cinco horas, más aun en esos días de
vacaciones de verano, así que aunque fuera más de media noche Kyungsoo no
sentía sueño o incluso cansancio. Si estaba en su cama era por mera rutina, una
rutina autodestructiva que lo hacía pensar en lo miserable que era.
Otra vez escuchó a su
madre caminar por el pasillo mientras tarareaba una canción en voz baja. Había
comenzado hace unas semanas atrás, en un principio Kyungsoo no le tomó
importancia, pero ahora le preocupaba ya que hacía lo mismo todas las noches.
Sin embargo, Sora nunca se atrevía a entrar a su habitación.
Ya harto del comportamiento
de su madre, esperó a que bajara las escaleras para salir de su cama y
averiguar qué rayos hacía Sora haciendo esas cosas a esa hora todas las noches.
No se puso calzado, y su pijama que consistía de una polera que le quedaba algo
grande y un buzo gris lo protegía de un seguro resfriado. Cuando salió de su
cama tropezó con un objeto celeste, una silla.
La misma silla que
había construido con sus propias manos y su emoción al ser hermano mayor, la
silla para niños pequeño que había hecho para su hermano no nacido. Ahora no le
servía para nada, pero no podía deshacerse de ella, su corazón no lo permitía.
Ignoró la opresión en
su corazón y caminó hacia la puerta, saliendo de su pieza en dirección a las
escaleras, quedándose en la planta alta mirando a su madre pasear por el primer
piso con un bulto en sus brazos. Como estaba de espaldas no sabía muy bien lo
que era, pero imaginó que debía ser un bebé de juguete y que estaba dejando
salir sus instintos maternales de esa manera.
-¿Mamá?- La llamó.
Se arrepintió de por
vida por hacer aquello.
Sora dio media vuelta,
dejando ver que en sus brazos había un bebé con la piel muy oscura,
descomponiéndose. Estaba abrigado con mantas, lo cual era estúpido porque era
obvio que el bebé estaba muerto. Sora le sonrió mientras sostenía al bebé y
dejaba de cantar para preguntarle:
-¿Quieres cargarlo?-
Eso fue demasiado para
Kyungsoo. Sin haberse recuperado del shock inicial la pregunta lo llenó de
pánico. Su madre estaba con un cadáver en sus brazos. Quiso vomitar pero el
miedo se apoderó de él cuando Sora lentamente comenzó a acercarse a las
escaleras. Subió el primer escalón y Kyungsoo corrió a su habitación cerrando
la puerta de golpe. Su corazón latía como loco, su cuerpo temblaba y su cerebro
era incapaz de pensar.
Con cada paso que
daba, Sora subía un escalón y Kyungsoo moría del pánico. No quería que se
acercara, la quería lejos, a ella y a lo que tenía en sus brazos. No quería
tocarlo, le daba asco y por sobretodo le daba tristeza, dolor.
Cinco escalones más y
estaría en el mismo piso que él.
¿Cómo pudo pasar
aquello? Mierda, si su cerebro funcionara mejor podría secarse las lágrimas que
nublaban su vista, pero no podía pensar racionalmente. Estaba en pánico, su
cuerpo no respondía, respirar era cada vez más difícil y juraba que el ruido de
su corazón le indicaba a Sora donde se encontraba.
Sora había llegado al
último escalón.
Kyungsoo no quería
estar cerca de ahí, tampoco quería salir, o confrontarse a Sora. Si se
enfrentaba a ella seguramente moriría siendo
presa del miedo. Fueron sus instintos los que actuaron en esos momentos.
Agarró la silla que él
mismo había hecho y la arrojó hacia la ventana con todas sus fuerzas,
rompiéndola, sí, puso haberla abierto pero solo podía pensar en salir como sea
de ese lugar. Sin importarle que los vidrios se adentraran en su piel, Kyungsoo
subió a la ventana y saltó, cayendo en el pasto cubierto de vidrio, cortándose
en sus pies descalzos y en sus brazos.
No sintió las heridas.
Saltó la reja de la
casa y corrió, sin importarle estar lastimado, no saber a dónde iba o incluso
si había autos que lo pudieran atropellar. Solo quería ir lejos, a un lugar
donde tuviera paz, un lugar donde su madre no lo siguiera con un bebé
momificado en sus brazos.
Corrió hasta que sus
pies lo traicionaron. Cayó sobre un pasto suave, había árboles alrededor y por
eso supo que había llegado a esa colina a la que solía ir después del
instituto, solo para estar solo en otro lugar. Su cerebro lo debió haber
llevado a ese lugar inconscientemente y Kyungsoo se sorprendió porque ese lugar
quedaba muy lejos de su casa, para ir debía tomar dos buses.
Y sintiéndose más
seguro, dejó que sus lágrimas cayeran y
que el frio lo rodeara por completo.
Sin embargo, cuando se
despertó se sentía cálido.
Lo primero que notó
fue la luz que había a su alrededor y que le molestaba mucho. Lo segundo fue
que había un abrigo sobre él que mantenía su temperatura agradable. Lo tercero
fue que su espalda estaba mojada por el rocío del pasto. Lo cuarto fue el dolor
en sus pies. Lo quinto fue un sollozo a su izquierda.
Cuando miró hacia su
izquierda su corazón se hizo trizas. Ahí estaba su niño fiel, JongIn, llorando
boca arriba, con un brazo tapando sus ojos, pero sus sollozos llegaban
perfectamente a los oídos de Kyungsoo.
El sol hacía que la
piel del moreno luciera tan hermosa, y que su ropa casual le quedara como el
mejor de los trajes. Su cabello estaba algo revuelto, pero aún así, no perdía
su atractivo natural. Kyungsoo lo observó en silencio, sufriendo cada vez que
escuchaba un sollozo, pero agradecía ser capaz de respirar e inundarse con el
aroma de JongIn.
-Estás llorando- Dijo
con la voz rota. JongIn asintió dejando caer su brazo a un lado de su cuerpo y
mirando al mayor. Kyungsoo también lloró al ver los ojos rojos del otro –Yo
también estoy llorando-
JongIn lo atrajo a su
pecho y dejó que Kyungsoo llorara. No le importó llenarse de sangre, tampoco
que su camisa terminara mojada, lo que más le importaba era la salud de
Kyungsoo.
Porque era imposible
que estuviera bien.
-Fui a buscarte a tu
casa, para darte el minion, pero encontré vidrio en el pasto y la ventana de tu
habitación rota. Había sangre, mucha sangre y dejaban huellas en el cemento.
Las seguí y te encontré.- Le explicó el menor mientras acariciaba el cabello de
Kyungsoo –No sabes lo preocupado que estaba por ti.-
Kyungsoo quiso decir
que era mentira, que nadie se preocupaba por él, que pronto habría alguien tan
especial en el corazón de JongIn que se volvería una molestia, pero sus palabras
no salían. Intentó alejarse pero sus brazos temblaban demasiado. Tampoco
habrían servido de mucho, JongIn lo apresó fuertemente.
-Puedes odiarme por no
haber actuado antes. Sabía que algo malo te estaba pasando, pero no hice nada.
Debí haber estado a tu lado en todo este tiempo, pensé que no me querías cerca
de ti- Le confesó JongIn intentando que su voz no se rompiera –Puedes odiarme,
puedes golpearme, pero por favor, no te alejes de mi-
-JongIn- Murmuró
Kyungsoo en voz baja.
-Yo te protegeré
hyung-
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Park Ji Moon era
considerado uno de los mejores psicólogos de Corea, a él le llegaban los
pacientes más difíciles y se encargaba de ayudarlos a superar sus problemas
hasta que puedan hacerlo por sí mismos. Algo de lo que estaba orgulloso era que
siempre sabía que decir con sus pacientes, nunca había tenido que pensar dos
veces lo que iba a decir, porque podían entender la historia de su paciente y
ayudarlo a buscar una solución.
Y un día apareció Do
Kyungsoo frente a él, con la mirada perdida y sin vida. Los primeros diez
minutos fueron silenciosos, Ji Moon los ocupó para mirar a su paciente quién
tenía algunas cicatrices en los brazos, sin embargo no parecían hechas a
propósito, más bien como un accidente.
-¿Puedes decirme por
qué estás aquí?- Le preguntó para comenzar la sesión, preparado para tomar
nota. A diferencia de otros, Ji Moon prefería escribir con un lápiz a escribir
en el teclado de una computadora porque sentía que los golpes de los dedos
contra las teclas eran molestos.
-Yo… -Las palabras se
amontonaban en su garganta, Kyungsoo ni siquiera podía ver al psicólogo a los
ojos, su mirada estaba perdida en la lejanía- Simplemente… Me perdí-
-¿Te perdiste?
Explícame eso-
-Ayer… No, pasaron
unos días desde que llegué a un parque. Me dejé caer ahí, después llegué aquí-
Ji Moon no entendía.
Era como si el chico estuviera consiente del tiempo pero no de su alrededor.
Era normal que en el verano los jóvenes fueran inconscientes del día en el que
se encontraban, pero era diferente que el chico frente a él no supiera si fue
el día anterior u otro más lejano cuando despertó en un parque.
-¿Por qué llegaste al
parque?-
-Quería alejarme-
-¿De qué querías alejarte?-
-De mi madre-
-¿Por qué?-
Kyungsoo tardó un poco
en responder.
-Ella, ella, ella
tenía a mi hermano en sus brazos y me preguntó si quería tomarlo-
Con esa frase Ji Moon
dedujo que Kyungsoo tenía problemas con su familia. Seguramente su madre
prestaba más atención al hermano que a él, y que los celos hayan hecho que
Kyungsoo se sintiera desplazado, era normal entre hermanos.
-¿Por qué no querías
tomarlo?-
-Porque él está
muerto- Aclaró Kyungsoo en voz baja, pero gracias al silencio de la consulta de
Ji Moon, éste lo pudo escuchar perfectamente.
Entonces Ji Moon pensó
que tal vez Kyungsoo había matado a su hermano, o había pensado que lo había
hecho por su odio hacia él. No se alarmó, porque sabía que estaba sacando
conclusiones antes de tiempo. Antes de culparlo de un crimen tendría que
escuchar toda la historia.
-¿Cómo murió?-
-En el parto, sus
pulmones no estaban bien-
-Por lo que me dices
puedo entender que tu hermano murió en el momento del parto- Kyungsoo asintió
suavemente, con la mirada aún perdida hacia la nada. –Y tu madre te preguntó si
querías tomarlo en tus brazos… -
-No quiero hacerlo, no
quiero tener un cadáver en mis brazos- Dijo Kyungsoo abrazándose a sí mismo
bajando la mirada. El pánico comenzaba a surgir.
-Kyungsoo, tu madre no
está aquí y no te puede obligar a nada. Tranquilo.-
Ji Moon se levantó
rápidamente al percatarse que sus esfuerzos serían en vano, Kyungsoo ya había
caído presa del pánico. Se dirigió hacia la puerta y le ordenó a una enfermera
que le trajera un sedante. Cuando se dio la vuelta pudo ver como Kyungsoo
botaba lo que tenía a su alcance intentando llegar a la ventana. Ji Moon supo
que su paciente sentía que debía escapar como sea y la ventana era su primera
opción.
Antes de que pudiera
dar un paso apareció un joven que en un pestañear alcanzó a Kyungsoo,
atrapándolo en un fuerte abrazo. Kyungsoo intentó liberarse pero era imposible
porque el otro lo tenía sujeto a la altura de los codos, haciendo que no
pudiera moverse.
La enfermera llegó con
el sedante y se apresuró en inyectárselo a Kyungsoo, aprovechando que estuviera
inmovilizado por el joven moreno. Al sentir la aguja de la inyección
incrustarse en su piel Kyungsoo empezó a llorar.
-Déjame, déjame,
déjame- Sollozaba haciendo un patético esfuerzo por soltarse, al contrario de
sus palabras, JongIn enterró su rostro en el cuello del mayor, compartiendo la
agonía. –Por favor, déjame…
… Nini-
Kyungsoo despertó tres
horas más tarde dándose cuenta que casi se suicida. Después de parpadear para
acostumbrarse a la luz pudo incorporarse, mirando la habitación donde estaba.
Su mirada se quedó sobre JongIn que lo miraba desde la puerta de la habitación,
y Kyungsoo por primera vez temió de Kim JongIn.
Los ojos del moreno
eran amenazadores, parecían furiosos, llenos de odio y sin dudas. Su postura se
veía relajada, pero los músculos de sus brazos hacían que se notara lo tenso
que estaba. Kyungsoo se encogió un poco en su cama y se aferró a sus sábanas
cuando JongIn comenzó a avanzar hacia él.
-¿Tienes miedo? - Le
preguntó JongIn con sarcasmo -¿Estás aterrado? ¡Tú no sabes lo que es eso!
¡Demonios Kyungsoo! ¡Casi te tiras del edificio!-
-JongIn… - La voz de
Kyungsoo se cortó cuando el moreno
golpeó la pared detrás del mayor.
-¿Me odias tanto? ¿Es
eso?- El puño de JongIn seguía en la pared. Sus ojos seguían inyectados de
rabia y atemorizaban a Kyungsoo quién no podía hacer más que apretar las
sábanas entre sus manos -¡Responde Do Kyungsoo!-
-No pensé… Solo…
Quería salir- Dijo atropellándose con las palabras.
JongIn suspiró y
volvió a golpear la pared antes de alejarse de la cama.
-Claro, querías salir,
tanto que no te importó estar en el piso quince. Tanto que si no fuera porque
me quede afuera de la puta consulta ahora estarías con los órganos
desparramados en el cemento. Tanto que me pedías que te soltara para que
pudieras matarte- Las palabras de JongIn eran como veneno, ácidas, dolorosas,
letales -¿Tanto quieres morir?-
-No, no… Nini-
-¿Quieres morir? ¿Es
eso? ¿Me vas a hundir en esto a mí también? ¿Me odias tanto que quieres que
viva con la culpa de tu muerte? ¿Quieres arrastrarme hasta el infierno?-
-No… Escúchame-
-¡¿Escucharte?!
¿Tienes idea de cuánto esperé a que respondieras mi preguntas? Tres días, ¡Tres
putos días en los que no hablaste! ¡Tres putos días en los que te alejaste de
todo! ¡Te alejaste de mí! Y yo no sabía qué mierda hacer… -JongIn caminaba en
círculos con pasos apresurados –Te dije que te protegería, lo estoy haciendo,
pero tú no ayudas. ¡Incluso tengo que protegerte de ti mismo! ¡Mi mayor enemigo
ahora eres tú!-
-Si soy tu enemigo…
Entonces déjame morir- Si JongIn consideraba a Kyungsoo su enemigo, entonces
Kyungsoo ya no tenía motivos para seguir molestando en el mundo.
JongIn se acercó a él
con sigilosa rapidez y por primera y única vez en la vida JongIn golpeó a
Kyungsoo en la mandíbula. Cuando el mayor salió de la impresión y miró al
moreno pudo ver el dolor que había en los ojos del otro. Después de un segundo
en el que las miradas de ambos se encontraron JongIn volvió a alejarse y
caminar en círculos con pasos apresurados.
-Idiota, eres un
idiota. La persona más estúpida de este puto mundo. Mi hyung nunca diría esas
cosas, mi hyung se levantaría de esa cama y me dejaría ayudarlo. My hyung me
dejaría abrazarlo, mi hyung respondería mis preguntas, mi hyung sonreiría por
lo menos una vez al día.-
-Perdón… -
-Necesitarás más que
un eso para que te perdone. Hyung, casi te matas… Respóndeme ¿Tanto deseas
morir?-
-¡No quiero morir!-
Exclamó Kyungsoo haciendo que JongIn se detuviera. –No quiero morir, no quiero morir… Solo quiero que las cosas
sean como antes-
-Las cosas no volverán
a ser como antes hyung… - Le dijo el menor con tono suave mientras se acercaba
a Kyungsoo. Sus ojos ya no mostraban enojo, tampoco ira, solo tristeza. –Pero
podemos hacer que el mañana sea un día mejor.-
JongIn se sentó en el
borde de la cama de Kyungsoo y entrelazó sus manos con las del mayor, dándole
un pequeño apretón, intentando decirle: No estás solo. Mirando a su querido
Nini, Kyungsoo pudo esbozar una pequeña sonrisa, la primera en muchos días.
-Intentémoslo juntos
¿Te atreves? No será fácil aguantarme todos los días- Le desafió JongIn
juguetonamente. Ahí estaba el niño favorito de Kyungsoo, el que pocas veces
podía estar serio, el que tenía sus ojos brillantes y soñadores, el que siempre
al verlo le entregaba una sonrisa sincera.
Sintiéndose más
aliviado y cómodo, Kyungsoo se dejó caer en el hombro de JongIn aprovechando de
abrazarlo suavemente. Aquellos delgados brazos que siempre lo sujetaban cuando
iba a caerse, se sentía seguro entre ellos, y también si se sumaba el aroma
natural de JongIn.
-Si te vuelves muy
insoportable te golpearé- Murmuró contra la camisa del moreno.
-¿Eso es un sí?-
-Siempre y cuando
estemos juntos.- Le confirmó Kyungsoo sin apartarse –Gracias por todo Nini,
eres muy importante para mí-
-Me gusta que me lo recuerdes-
Dijo JongIn en broma.
Ji Moon los miraba
desde la puerta y pensó que él no podría hacer mucho por Kyungsoo, en cambio el
chico moreno sería de mucha ayuda. Parecía que lo que necesitaba Kyungsoo era
un buen golpe y que alguien le recordara a puteadas que le importaba,
literalmente hablando.
-¿Por qué “separado”
se escribe todo junto y “todo junto” se escribe separado?-
-Cállate JongIn,
arruinas el momento-
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Kyungsoo llegó muy satisfecho a su casa. Había pasado la
noche en casa de JongDae, habían cantado y bailado como locos, comido mucha
pizza, ni siquiera habían hablado o pensado sobre el proyecto que no hicieron
pero no les importó porque se habían divertido mucho.
Hacía mucho tiempo que no se divertía de esa manera, al
estar Sehun en su casa no podía salir por mucho tiempo por miedo de que le
pasara algo al rubio, así que lo dejó con la persona en quién más confiaba:
JongIn.
Podrían haber terminado, podría ser que no hablaran tanto
como antes, podría ser que pasara una semana sin llamarlo, pero Kim JongIn era
y sigue siendo la persona que mejor conoce a Kyungsoo, y a Kyungsoo le agrada
mucho que lo sea, porque sabe que puede contar con él para cuidar a Sehun.
Sus instintos de mamá gallina salían con Sehun, pero su
personalidad violenta era mucho más fuerte y quedaba demostrado en los golpes
que le daba aunque sea una vez al día.
Aunque su violencia natural se fue a la mierda cuando apenas
dio unos pasos en la casa sintió que alguien lo abrazaba con fuerza. Supo
inmediatamente quién era solo por el cuerpo y miró con ojos interrogantes a
JongIn. El moreno miraba la escena un poco alejado para darles su espacio.
-No te alarmes, no sucedió nada grave, aunque Sehun se llevó
una gran impresión y tuve que contarle todo. No se lo ha tomado muy bien- Le
explicó JongIn apoyándose en la pared.
Kyungsoo asintió y comenzó a frotar la espalda de Sehun
quién por primera vez estaba llorando frente a él, abrazándolo sin intenciones
pervertidas. Era algo extraño para el rubio hacer eso, pero después de escuchar
la historia desde el propio JongIn no pudo evitar romperse un poco y terminar
de romperse cuando Kyungsoo atravesó la puerta principal.
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